DEVOCIÓN DE SANTOS, BEATOS, VENERABLES Y PERSONAJES FAMOSOS
- Introducción
Los Santos, en la economía de la salvación tienen, para los fieles, la función de ser testigos de la luz de Cristo. La grandeza de un Santo se mide también por el número de devotos que, siguiendo sus huellas, han emprendido el camino de la perfección.
Tertuliano afirmaba que la sangre de los mártires es semilla para el nacimiento de muchos otros cristianos. En el caso de la mártir Filomena, podemos afirmar que su sangre se ha convertido en un poderoso instrumento de salvación para innumerables fieles sin importar su clase social. Papas, Santos, Beatos y Venerables han venerado a la Virgen y Mártir de Mugnano del Cardinale: ¡un verdadero record!.
Aquí hablaremos sólo de algunos de ellos, para gloria de Dios y de Santa Filomena, nuestra Santa.
- Santos que fueron devotos de Santa Filomena
a.- San Pío X (1835 – 1914).
Ya se mencionó la devoción de este Papa hacia la Santa en el capítulo correspondiente a la devoción de los Papas y de los ex voto que ellos ofrecieron al Santuario de Mugnano. Queremos, aquí, señalar tan sólo como la gran devoción y respeto de Pío X hacia el Párroco de Ars, muy devoto de Santa Filomena, lo llevó a amar con mayor intensidad también a nuestra Mártir.
b- San Giovanni María Vianney, Párroco de Ars (1786 – 1859).
El primer lugar entre las más hermosas almas ardientes de devoción hacia Santa Filomena, le corresponde al Santo Párroco de Ars. Quien le hizo conocer la Santa fue Paolina Jaricot, quien le regaló una reliquia. No hay biografía del Párroco de Ars en la cual no se hable de nuestra Santa.
Fue el máximo promotor, en Francia, de la devoción hacia la Santa de Mugnano. Hizo colocar, en su iglesia parroquial, una estatua de Santa Filomena y quiso que se construyera una hermosa Basílica en su honor, la cual, del mismo estilo que la de Fourviere que domina Lión, fue terminada después de su muerte (Fig. 21).
El Santo Párroco le atribuía a la intercesión de nuestra Santa todos los numerosos milagros ocurridos en Ars.
c.- San Pedro Luís María Chanel (1803- 1841).
San Pedro Luís María Chanel, nació en Cuet, en la diócesis de Belley la cual pertenecía también a Ars. Fue misionero y el primer mártir (28/4/1841) de Oceanía, misteriosa y salvaje.
Su devoción por Santa Filomena se debe al mismo Párroco de Ars. Cuando, en 1836, se embarcó hacia el Archipiélago de Tonga, en su misal había tres estampitas: la de la Virgen, la de San José y la de Santa Filomena. Solía dirigirse a la pequeña Santa de Mugnano en los momentos difíciles de su apostolado entre los indígenas. Sin conocer mucho de construcción, empezó una, confiando en “una Santa hacia la cual siente gran devoción”. Todos los años, en el período de la fiesta de la Santa rezaba una novena. A uno de los primeros bautizados le dio el nombre de María Filomeno.
d.- San Pietro Giuliano María Eymard (1811 – 1868).
Su mayor mérito fue fundar, en 1856, la Congregación de los Religiosos del SS. Sacramento. Era amigo fraterno del Párroco de Ars al que visitaba a menudo. También fue discípulo y amigo del Padre Colin y, al igual que ellos, albergaba una gran devoción hacia Santa Filomena. Amaba arrodillarse ante el tabernáculo de la Santa. En 1854, la Mártir lo curó, después de que rezó una novena en su honor.
e.- Santa Magdalena Sofía Barat ( 1779 – 1865).
Gran devota de Santa Filomena, fundó en 1802 la Congregación de las Damas del Sagrado Corazón. Madre Barat, en los momentos difíciles de su vida y de su orden religioso, invocaba, confiada, a la Santa de Mugnano.
En su biografía se narra que el 11 de septiembre de 1846, una de sus novicias, la señorita Monestrol, debía ser sometida a una intervención quirúrgica. Mientras los médicos preparaban los instrumentos, la Barat le pidió a la novicia que hiciera la promesa de viajar para las Américas y apoyó sus manos en la parte enferma. Los médicos constataron que la paciente se había curado y, asombrados, afirmaron que lo ocurrido no tenía explicación científica. La Barat atribuyó la curación a Santa Filomena a quien había invocado.
f.- San Giovanni Nepomuceno Neumann (1811 – 1860).
Nació en Bohemia el 28 de marzo de 1811. Cuando terminó los estudios de teología, por una serie de circunstancias, no pudo ser ordenado sacerdote. Decidió, entonces, viajar a Francia y luego se embarcó hacia Estados Unidos; llegó a Manhattan en 1836.
En Norte América fue recibido por el Obispo John Dobois y ese mismo año fue ordenado sacerdote. En 1840, entró en la Congregación del SS. Sacramento, fundada por San Alonso María de Liguori. Se dedicó a la actividad misionera en Nueva York, Pensilvania y Nueva Jersey y a la educación cristiana de la juventud, para lo cual creó muchas escuelas católicas parroquiales.
En 1844 tuvo el primer cargo de Superior en la Orden de los Redentoristas y de Rector de la vieja Iglesia de Santa Filomena en Pittsburgh y se dedicó con gran celo a la construcción de una nueva iglesia en su honor, ya que la vieja, llamada, para aquel entonces “Iglesia de la hacienda” porque ubicada en una construcción industrial humilde, había sido demolida. Confiado en la ayuda de la Mártir “a quien Dios nada niega para quien la invoca”, sin tomar en cuenta las dificultades económicas y, a menudo, literalmente sin dinero, terminó la construcción de la nueva Iglesia de Santa Filomena en 1846. Realizó una hazaña humanamente imposible y de gran impacto religioso.
Nombrado Obispo de Filadelfia en 1852, intensificó su obra misionera y pastoral. Construyó cinco iglesias e inició la edificación de la Catedral de Filadelfia. Murió en 1860, después de una vida santa y laboriosa. Por su empeño pastoral y celo misionero, el culto a Santa Filomena echó profundas raíces en Pensilvania
g.- Santa Francesca Saverio Cabrini (1850 – 1917).
Nació en Santo Ángel Lodigiano (Milán) el 15 de julio de 1850, de familia muy católica.
Obedeciendo a su fervor por la vida misionera, en 1880, fundó en Cotogno (Milán) el Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús. En 1896, estando en Roma, en la Iglesia de Jesús hizo la promesa de ir en misión para Oriente y fundó la Casa Madre del Instituto.
En 1859, animada también por Papa León XIII salió hacia Nueva York con algunas hermanas y empezó la actividad misionera en ayuda de los emigrados italianos.
En sus numerosos viajes, especialmente en el que hizo desde Nueva York hasta Los Andes, llevaba siempre consigo una estatuilla de Santa Filomena. Podemos afirmar con certeza que la Cabrini, junto con el Obispo de Filadelfia, Mons. Neumann, ha promovido más que nadie la devoción a la Santa en América del Norte. Murió en Chicago en 1917 y su cuerpo yace en la ciudad de Nueva York. Hay reliquias importantes de ella en Chicago y en Cotogno. Pío XII la declaró Patrona Universal de los Emigrantes.
h.- San Pío de Pietralcina (1887 – 1968).
Para él, Santa Filomena era la “Princesita del Paraíso”. Su devoción por la Santa comienza en su familia; en efecto, su hermana llevaba ese nombre.
Su fe toma fuerza en Morcone, donde pasó su noviciado y donde, a finales de julio se celebraba con mucha solemnidad la fiesta de Santa Filomena. Sigue en el Convento de San Giovanni Rotondo (Foggia) en la Capitanía de los Capuchinos, lugar donde la Santa era muy venerada. Después de la reforma litúrgica de 1961, Padre Pío le respondía tajantemente a quien osaba objetar la existencia de la Santa: “Pero ¡Bendito sea Dios! ¡Puede que no se llame Filomena! ¡Pero esta Santa bien que ha hecho milagros y no es el nombre que los ha hecho”. Es la respuesta más sabia: a buen entendedor pocas palabras.
i.- Santa Magdalena Gabriela Marquesa de Canossa (1774 – 1835).
Nació en Verona el 1 de mayo de 1774. En 1806, ya libre de compromisos familiares fundó la Orden de las Canosianas (Obra de las hijas de la Caridad) institución de gran impulso religioso y humano.
Este orden religioso se dedicaba a la catequesis, a la educación de las muchachas pobres y a la asistencia de los enfermos en los hospitales. En sus cartas, Madre Magdalena, exhortaba, constantemente, a sus religiosas a amar a Cristo y a la Virgen Dolorosa, y las entregaba a la protección de Santa Filomena. (cfr. El Epistolario de la Beata Magdalena de Canossa).
En una carta, Santa Magdalena exhorta a Rosa Polli, Vice Superiora en Milán, a que ruegue a Santa Filomena “ahora ennoblecida por Dios con milagros tan grandes que en Romaña es llamada Taumaturga” por su Superiora enferma (carta del 14 de julio de 1834): testimonio de amor y fe hacia nuestra Santa. Muchas otras cartas en las cuales Magdalena Gabriela de Canossa invoca la ayuda de Santa Filomena en caso de necesidad, están recopiladas en el volumen III / 5 de su epistolario. Murió en 1835.
j.- San Aníbal María De Francia (1851 – 1927).
Nació en Messina y ha sido, unánimemente reconocido como Apóstol de la oración para las vocaciones y Padre de los pobres y de los huérfanos. Fundó dos familias religiosas (Rogacionistas e Hijas del Divino Celo). Cuando se refería a Santa Filomena solía afirmar: “Santa Filomena se ha vuelto célebre por los grandes milagros que el Señor hacía mediante ella”.
k.- San Damián de Veuster (1840 – 1889).
Padre Damián, misionero belga de la Congregación de los Sagrados Corazones, dedicó su vida a la asistencia espiritual y al cuidado de los enfermos de lepra relegados a la isla de Molokai, en el archipiélago de Hawai.
Muy devoto de Santa Filomena, le dedicó la primera capilla que construyó en el hospital para los enfermos de lepra (cfr. F. Trochu, Obr. Cit., p. 200).
Consumido por esa misma enfermedad, murió a tan solo 49 años, dejando ese infierno para ir al Paraíso. Luchó incansablemente en contra de la discriminación hacia los leprosos y su luminoso testimonio dará importantes resultados. El mismo año en que murió este heroico Padre de los leprosos (1889), se fundó, en Londres, una Asociación para la lucha en contra de la lepra a la que seguirán otras iniciativas, en todo el mundo, a favor de los numerosos enfermos.
En 2009, Papa Benedicto XVI, subirá a la gloria de los Altares a este mártir del amor hacia los más desafortunados y marginados hijos de Dios.
- Beatos devotos de Santa Filomena
a.- El Beato Bartolo Longo (1841 – 1926).
También el Beato Bartolo Longo, fundador del célebre Santuario de Pompeya y de las obras con él relacionadas, fue muy devoto de Santa Filomena. Basándose sobre todo en las “revelaciones” de la mística napolitana Sor María Luisa de Jesús, en 1896, escribió una “Vida de Santa Filomena Virgen y Mártir”. El 9 de junio de 1896, el abogado Bartolo Longo fue en peregrinación, con su esposa la condesa Mariana De Fusco, al Santuario de Santa Filomena, oyó una misa que él mismo sirvió y antes de irse, escribió en el libro de visitantes: “Hoy, 9 de junio de 1896, tuve el enorme consuelo de dar a la insigne Virgen y Mártir Santa Filomena una flor de mi Tipografía y de mis Hijos de los Presos que, junto con mis huerfanitas y con todas las obras de Pompeya, puse bajo la protección de la gran Predicadora de Cristo, Santa Filomena”.
Además, en el opúsculo de junio de1902 de El Rosario y la Nueva Pompeya (p. 204), Bartolo Longo publicó un breve artículo titulado El primer centenario de la invención y traslado del cuerpo de Santa Filomena V. y M. en puede leerse entre otras cosas: “El 25 de mayo del corriente año se cumplió el primer centenario solemne de la invención del cuerpo de Santa Filomena V. y M., en Roma […] Y yo, agradecido a la ilustre Virgen y Mártir por los favores especiales que obtuve, quise rendirle un homenaje, escribiendo su “Vida” en un pequeño libro editado por la Escuela de Tipografía de los hijos de los Presos”.
b.- La Beata Ana María Taigi (1769 – 1837).
Fue ferviente devota de Santa Filomena y, a menudo, experimentó en persona su poderosa intercesión. También obtuvo la sanación de una sobrinita suya. El Jesuita P. Gabriel Bouffier, afirma que esta admirable madre todas las noches invocaba, junto con su familia, a la pequeña Mártir de las Catacumbas. Había expuesto su imagen en la casa y, modelo de madre cristiana, en su lecho de muerte, después de haber dado las últimas recomendaciones a sus hijos, los encomendó a la protección de Santa Filomena, de quien siempre había difundido el culto.
c.- El Beato Pío IX (1792 – 1878).
La devoción de este Papa fue profunda y sincera durante toda su vida. En 1849 visitó el Santuario.
En todos los capítulos de este libro aparece su nombre: en el capítulo de los milagros (él mismo cuando joven fu sanado por intercesión de la Santa); en el de los documentos litúrgicos y de devoción; en el de los ex voto y de la devoción de los Papas por la Santa. Pío IX fue un grande e ilustre cantor de Santa Filomena a quien proclamó, además, segunda Patrona del gran Reino napolitano.
- Venerables y Siervos de Dios devotos de Santa Filomena
a.- La Venerable Paolina María de Jaricot (1799 – 1862).
Paolina María de Jaricot, fundadora del Rosario Viviente y de la Obra de Propagación de la Fe fue muy estimada por Papa Gregorio XVI quien quiso recibirla personalmente cuando pasó por Roma en dirección a Mugnano para suplicar su sanación a la Santa. El maravilloso milagro de su sanación, impulsará a Papa Gregorio XVI, quien lo verificó en persona, a firmar el conocido decreto de 1837.
Fue ella quien le dio la reliquia de Santa Filomena al Párroco de Ars y fue promotora de su culto en Lión y en toda la Francia.
b.- La Sierva de Dios Sor María Luisa de Jesús (1799 – 1875).
Su verdadero nombre era María Carmela Ascione. A los dieciocho años se hizo monja dominicana y asumió el nombre de Sor María Luisa de Jesús. Más tarde, entusiasmada por la difusión del culto a Santa Filomena y por el eco de sus milagros en el Reino de las Dos Sicilias, fundará la familia religiosa de las Oblatas de la Dolorosa y de Santa Filomena. Sus escritos y su autobiografía muestran simplicidad y claridad de estilo, unidos a una profunda doctrina ascética.
Su devoción hacia nuestra Santa fue sincera y profunda. Sin embargo sus “revelaciones” sobre la vida y el martirio de Santa Filomena (Fig. 22), aun respondiendo a la necesidad popular de conocer más de su vida, han contribuido a ubicar a nuestra Santa Mártir dentro de la leyenda, alejándola de la historia. En realidad, sus revelaciones no son el punto de partida del culto a Santa Filomena, ni éste se ha expandido por ellas.
La Iglesia, en todos los actos oficiales relativos al culto de nuestra Mártir, nunca las tomó en cuenta, sin embargo, queda la sincera devoción de Sor María Luisa y la beneficiosa influencia que sus escritos han tenido para la divulgación de la veneración de Santa Filomena.
c.- La Venerable María Cristina de Saboya (1812 – 1836).
Nació en Cagliari en 1812, – fue la primera esposa del Rey Fernando II y madre de Francisco II, el último Rey de Nápoles – ejemplo de caridad y piedad cristiana en el Reino de las Dos Sicilias. Gran devota de Santa Filomena; vino por primera vez al Santuario de Mugnano con su esposo, el 11 de abril de 1835. La piadosa Reina, después de tres años de matrimonio, todavía no había tenido hijos. En seguida después de la visita al Santuario, se anunció la buena nueva de su maternidad, que la Reina atribuyó a la intercesión de Santa Filomena. Como agradecimiento, quiso que se construyera, en Mugnano, un orfanato femenino dedicado a la Santa, que fue edificado por su augusto esposo. Fue 10 veces a Mugnano y en el tesoro del Santuario se guardan sus ex voto. Murió el 31 de enero de 1836 en medio de la tristeza general. Tenía poco más de veintitrés años. Después de los funerales solemnes, su cuerpo fue sepultado en la Basílica napolitana de Santa Clara, donde aún permanece. La muerte de la joven Reina causó gran dolor y la fama de su santidad creció. El pueblo iba a rezar a la tumba de la “Reina Santa”. Hubo muchos prodigios por su intercesión; Pío IX, en 1853, la proclamó Venerable y Pío XI, en 1937, declaró heroicas sus virtudes. En sus numerosas biografías se subraya la gran devoción de María Cristina de Saboya (Fig. 23) a Santa Filomena.
d.- La Sierva de Dios, Julia Colbert ( 1785 – 1864).
Julia Colbert, Marquesa de Barolo, se presenta como una de las más extraordinarias figuras del ochocientos italiano. Muy devota de Santa Filomena y muy vinculada al Santuario, impulsó, en Turín, el culto a la Santa.
En la corte de Napoleón conoció al Conde Carlo Tancredi Falletti quien se convirtió en su esposo en 1814. No tuvo hijos y, al quedar viuda en 1838, se dedicó a las obras de caridad y a la rehabilitación de los presos. Consagró toda su vida y donó su cuantiosa riqueza a esta obra social y cristiana. Fundó las Hijas de Jesús Buen Pastor. La Marquesa de Barolo visitó el Santuario de Santa Filomena en enero de 1834 y en febrero de 1852 para dejar, por favores recibidos, un corazón de plata y una carta. Dedicó a la Santa una de las más hermosas fundaciones: un pequeño hospital para jóvenes enfermas y lisiadas.
e.- El Siervo de Dios Andrés Filomeno García (1800 – 1853).
Entre los devotos de Santa Filomena se cuenta el Siervo de Dios Hermano Andrés Filomeno García quien, por su sencillez recuerda al Santo Párroco de Ars.
Nació en las islas Canarias (1800) y emigró, alrededor de los veintitrés años, a Montevideo; se convirtió en fraile limosnero entre los franciscanos de Santiago. Durante años recorrió ciudades y campos de Chile, teniendo en una mano la cajita para las ofertas y en la otra una imagen de Santa Filomena, que mostraba a todos. Fray García le contaba, a quienes se detenían a escucharlo, los milagros de la pequeña Santa dejándolos aleccionados.
Creó además, plegarias e himnos en honor a Santa Filomena. Murió en Santiago en 1853; dos años después su cuerpo, encontrado intacto, fue sepultado en la Iglesia de su convento, cerca del altar de Santa Filomena.
f.- El Venerable Padre Vito Michele di Netta (1787 – 1849).
Llamado el Apóstol de Calabria, nació en Vallata (Avellino) el 26 de febrero de 1787. Fue figura heroica de misionero de la Congregación del SS, Redentor, fundada por San Alfonso María de Liguori, Doctor de la Iglesia. Sus sermones en Nola son inolvidables.
Obedeciendo al llamado de Dios, después de cursar estudios en el Seminario de Sant’ Angelo dei Lombardi, entró al noviciado de los Padres Redentoristas de Sant’ Ángelo en Cupolo, cerca de Benevento. Fue ordenado sacerdote el 30 de marzo de 1811 y enviado a Calabria donde predicó el apostolado popular recorriendo la región por tierra y por mar. Trabajó sobre todo en Catanzaro y en Tropea donde, en 1822, fue nombrado Rector del Convento de los Padres Redentoristas y donde murió cerca de la santidad, el 3 de diciembre de 1849. Papa Pío XI, en 1935, lo proclamó Venerable.
Padre Di Netta, era muy devoto de Santa Filomena a la que invocaba siempre, en medio de las dificultades y peligros que, como misionero, tenía que enfrentar. Lo que se menciona a continuación es testimonio de su ferviente devoción por Santa Filomena:
“En una ocasión, se encontraba en la mar con Padre De Blasio e Ilario, por una misión. De repente los sorprende una tremenda tempestad y ven la muerte de cerca. Tan solo él permanece sereno, mientras los demás lloran asustados y exclama. “Hijos, no temáis, nos salvaremos; hagamos la promesa a Santa Filomena de celebrar, al llegar a tierra, una Misa en Su honor, y no nos pasará nada malo”.
Dichas estas palabras, se hizo la calma en el mar y sus compañeros atestiguaron haber visto cerca de él, durante el peligro, a una jovencita de rostro angelical, que supusieron era Santa Filomena.
g.- El Venerable Jean Claude Colin (1790 – 1875).
El Padre J. C. Colin fue gran devoto de Santa Filomena. Huérfano de padres, a los catorce años entró al Seminario de Saint-Jordat, luego a los de Alix, Verrieres y finalmente al de Saint-Iréné en Lión donde completó su formación teológica y filosófica. Fue ordenado sacerdote en 1816 y fundó la Sociedad de María. El 29 de abril de 1836, el Papa Gregorio XVI aprobó la Congregación de los Maristas y, en 1837, fue electo su Superior General.
Los maristas, bajo su guía, se dedicaron a instruir a la juventud y a las misiones, locales y en el exterior, sobre todo en la lejana Oceanía, logrando grandes resultados en lo religioso y en lo humano. Padre Colin se dirigía a Santa Filomena con el mismo amor y confianza con que lo hacia el Párroco de Ars.
En Belley, en el convento de los Capuchinos, fundó un oratorio dedicado a la Inmaculada en el cual colocó una estatua de Santa Filomena.
- Hombres ilustres y simples fieles, devotos de Santa Filomena
a.- Madre María Teresa (1809 – 1863).
Fue fundadora de la Congregación de la Adoración Reparadora, y le debe su vocación a Santa Filomena.Esta religiosa, nacida Teodolinda Dubouché, joven alegre y despreocupada estudiaba pintura. Fue por este camino que Dios la llevó hacia las cimas más bellas; en efecto, fue al pintar un gran cuadro de Santa Filomena, que actualmente está en la Catedral de Bayeux, que mademoiselle Dubouché alcanzó la conversión y la vocación.
b.- El Abad Louis Petit (1852 – 1914).
Después de la muerte de Don Francesco De Lucia (1847), de Giovanni María Vianney (1859) y de Paolina Jaricot (1862), sobresale otro gran apóstol de Santa Filomena, el Abad Louis Petit (Fig. 24) quien realizó su obra en París. Nació en Colombey-Les-Deux- Églises el 15 de junio de 1852 y conoció el amor hacia Santa Filomena en su misma casa. Era seminarista cuando sus padres se trasladaron a París y fueron a vivir a la circunscripción de Saint-Gervais, la única en la capital donde el culto a Santa Filomena estaba bien arraigado, Como seminarista, en 1872, fundó el periódico el Echo de Sainte Philomène que logró publicar durante dos años. Sin ser todavía sacerdote, publicó también Histoire du culte de Sainte Philomène, “Historia del culto a Santa Filomena”.
En 1879 fue ordenado sacerdote y, después de dos años, entró a formar parte de la Congregación de San Vicente de Paoli, donde dirigirá, hasta su muerte el Messager de Sainte Philomène, que había fundado en 1876 (Fig. 24).
El objetivo de su vida fue la difusión del culto a Santa Filomena y, por esto, creó un centro desde el cual irradiarlo.
En Rue Dantzig, en el barrio parisino del Alto Vaugirard, hizo construir una linda capilla con el nombre de Santa Filomena; de allí saldrán, para Francia y para el mundo, sus artículos y sus Messager. En 1883, obtuvo de la Sagrada Congregación de los Ritos, la aprobación del Cordón de Santa Filomena, del cual difundió la devoción a través de su periódico.
Louis Petit tuvo la inspiración de crear la Obra de Santa Filomena, que proponía la educación cristiana y el regreso a la fe de las clases trabajadoras. Tuvo la alegría de ver que esta asociación, con acto oficial de Pío X, en fecha 21 de mayo de 1912, se convertiría en Archi Confraternidad Universal.
En Roma, en 1902, gracias a su iniciativa, se celebró solemnemente el primer centenario del hallazgo de los huesos de Santa Filomena, acontecimiento de gran renombre. Tuvo el honor de cerrar estos festejos con una misa solemne cantada.
El Abad Petit fue a Mugnano para venerar a Santa Filomena en 1883 y en 1902 cuando, en la celebración de la Santa Misa pudo utilizar el hermoso misal que había donado Papa León XIII. Murió en París en 1914, repleto de méritos para con nuestra Santa a la que amó y veneró intensamente.
c.- Una lista interminable.
Las personas, de cualquier condición social, que han amado a Santa Filomena son innumerables. Sólo mencionaremos aquí algunas. Padre Joseph Varian, uno de los restauradores de la Compañía de Jesús en Francia, pronunciaba por lo menos cuarenta veces al día el nombre de la Santa y celebraba cada año una misa en el Santuario dedicado a ella; Padre O’Sullivan, difundió el culto a Santa Filomena en Portugal, en Irlanda y en EE.UU. Muchos escritores y artistas han admirado y han sido devotos de la Santa: Michel de Saint-Pierre, novelista católico francés, en su biografía del Párroco de Ars deja ver su gran simpatía hacia Santa Filomena; Jean Dupré le consagró la primicia de sus obras; los poetas italianos Giuseppe Borghi y Silvio Pellico escribieron himnos en honor de la “Virgen pura” y de la “Invencible Mártir”. Numerosos Cardenales, Arzobispos y Obispos de todos los continentes le han rendido homenaje en Mugnano y han dejado sus ex voto. Por ejemplo: el Cardenal Luigi Ruffo Scilla, Arzobispo de Nápoles, quiso donar al Santuario una estatua de Santa Filomena; el Cardenal inglés Thomas Weld; el Cardenal Giacomo Filippo Franzoni, Prefecto de la Propaganda Fide, El Cardenal Luigi Lambruschini, Secretario de Pío IX; el Cardenal Angelo Mai, Prefecto de la Biblioteca Vaticana; el Cardenal Gabriele de la Gerga Sermattei; el Cardenal Filippo Giudice Caracciolo, Arzobispo de Nápoles. En 1837 fue a Mugnano el Arzobispo de Cesarea. En 1852, visitaron el Santuario el Obispo de Chicago, Mons. Gian Giacomo Oliviero Vande Velede; Mons. Vincenzo Spaccapietra, Arzobispo de Esmirna; Mons. Juan Ilario Boat, Obispo de Mérida en la República de Venezuela. Con razón Ippolito escribe: “El Santuario de Santa Filomena en Mugnano se ha vuelto famoso por las continuas visitas y peregrinajes de forasteros que vienen expresamente a visitarlo desde los más lejanos rincones de la tierra. Eclesiásticos, nobles señores, ricas damas y personas de todas las clases sociales, condiciones y de todas las naciones han venido y todavía vienen a ese afortunado pueblo para venerar el sagrado cuerpo de la invicta Heroína, para agradecer los favores recibidos e implorar su protección”.
Fig. 21 – Basílica de Santa Filomena en Ars (Francia). El Párroco de Ars, para recaudar los ingentes fondos necesarios para su construcción, en 1859 escribió esto: “Rogaré al buen Dios por aquellos que me ayudarán a construirle una hermosa iglesia a Santa Filomena, Jean Vianney, Párroco de Ars”. La Basílica, maravilloso fruto de su grandísimo amor por nuestra Mártir, fue terminada en 1881.
Fig. 22 – El martirio y el culto a Santa Filomena en estampas de mil ochocientos.
Fig. 23 – La piadosa Reina María Cristina de Saboya, esposa de Fernando II, Rey de las Dos Sicilias. Visitó repetidas veces el Santuario de Mugnano y quiso que, cerca de él, se construyera un orfanato femenino. La Reina le atribuyó a la intercesión de Santa Filomena el nacimiento de su único hijo, Francisco II, último Rey de Nápoles, Murió joven y todos lloraron su desaparición, En 1853, Papa Pío IX la proclamó Venerable.
Fig. 24 – Padre Louis Petit. En 1902, por su iniciativa, Roma se convirtió por un día en Ciudad Filomeniana. Las celebraciones por el Primer Centenario del hallazgo del cuerpo de Santa Filomena, se hicieron cerca de las catacumbas de Priscilla y fue un acontecimiento de repercusión internacional. Estuvo en Mugnano en 1883 y en 1902.